sábado, 8 de septiembre de 2012

Ciro el grande y la relacion que tiene con Dios

Ciro el Grande (575 – 530 a. C.), rey aqueménida de Persia (circa 559 - 530 a. C.) y fundador del Imperio persa aqueménida. Sus conquistas se extendieron sobre Media, Lidia y Babilonia, desde el mar Mediterráneo hasta la cordillera del Hindu Kush, creando así el mayor imperio conocido hasta ese momento. El imperio fundado por Ciro mantuvo su existencia durante más de doscientos años, hasta su conquista final por Alejandro Magno (332 a. C.).
Hacia el 559 a. C. Ciro sucedió a su padre Cambises I. Según Heródoto, Ciro se rebeló contra el soberano medo Astiages, a quien logró deponer luego de recibir el apoyo de Harpago, comandante del ejército medo. Fuentes contemporáneas dicen, corroborando a Heródoto, que en el año 550 a. C. (Crónica de Nabónido, o Crónica de Babilonia Nº7),1 o 553 a. C. (Cilindro de Sippar), Astiages atacó a Ciro, pero fue entregado al rey persa por sus propias tropas. Ciro tomó entonces Ecbatana, la capital de Media, y trasladó su tesoro a Persia.
"Aquel (Dios) que dice de Jerusalén: ‘Será habitada’, y de las ciudades de Judá: ‘Serán reedificadas, y levantaré sus lugares desolados’; Aquel que dice a la profundidad acuosa: ‘Evapórate; y secaré todos tus ríos’; Aquel que dice de Ciro: ‘Es mi pastor, y todo aquello en que me deleito él lo llevará a cabo por completo’; aun en  decir de Jerusalén: ‘Será reedificada’, y del templo: ‘Te será colocado tu fundamento’”.


Bueno, tanto la Biblia como la historia corroboran que efectivamente fue Ciro II el comandante y rey persa que se encargó de la conquista de Babilonia en el año 539 antes de Cristo.

En las palabras proféticas inspiradas registradas por Isaías concerniente a la restauración de Jerusalén y su templo se hizo mención de este gobernante persa como aquel que Jehová Dios había designado para derrocar a Babilonia y liberar a los judíos exiliados. (como ya mencioné citando del libro de Isaías 44:26–45:7.) Aunque esta profecía se registró más de un siglo y medio antes de que Ciro subiera al poder, y pese a que la desolación de Judá evidentemente tuvo lugar antes de que siquiera hubiera nacido, Jehová declaró que Ciro actuaría como su “pastor” a favor del pueblo judío. (Isaías 44:28; compárese con Romanos 4:17.) En virtud de este nombramiento por anticipado, se llamó a Ciro el “ungido” de Jehová (una forma de la palabra hebrea maschíaj, mesías, y de la palabra griega kjristós, cristo). (Isaías 45:1.) El que Dios le llamara por su nombre (Isaías 45:4) con tanta antelación no quiere decir que le diera a Ciro su nombre cuando nació, sino, más bien, que sabía de antemano que un hombre llamado así se levantaría y que Él le llamaría, no de manera anónima, sino directa y específicamente, por nombre.
Esto es lo que ha dicho Jehová a su ungido, a Ciro, a quien he asido de la diestra, para sojuzgar delante de él naciones, para que yo desciña hasta las caderas de reyes; para abrir delante de él las puertas de dos hojas, de modo que las puertas mismas no estén cerradas: “Delante de ti yo mismo iré, y enderezaré las protuberancias del terreno. Las puertas de cobre haré pedazos, y cortaré las barras de hierro. Y ciertamente te daré los tesoros que están en la oscuridad y los tesoros escondidos que están en los escondrijos, para que sepas que yo soy Jehová, Aquel que  llama por tu nombre, el Dios de Israel. Por causa de mi siervo Jacob y de Israel mi escogido, hasta procedí a llamarte por tu nombre; procedí a darte un nombre de honra, aunque tú no me conocías. Yo soy Jehová, y no hay ningún otro. Con la excepción de mí no hay Dios. Yo te ceñiré apretadamente, aunque no me has conocido, a fin de que desde el nacimiento del sol y desde su puesta la gente sepa que no hay ninguno fuera de mí. Yo soy Jehová, y no hay ningún otro.


La biblia reconoce la esclavitud- y los persas no tenían el concepto de esclavitud

Esclavitud en la Biblia
La Biblia contiene multitud de referencias a la esclavitud. No la condena, si no que permite la práctica regulada, especialmente en el Antiguo Testamento, pero también en el Nuevo Testamento. A los esclavos israelitas masculinos se les ofrecía la libertad tras seis años de servicio con determinadas estipulaciones, sin embargo, si el esclavo era extranjero, él y su descendencia pertenecían a la familia dueña de forma perpetua  excepto en casos determinados.
La regulación de la esclavitud en la Biblia y la ausencia de una condena absoluta de la misma como institución, fue utilizada más adelante para justificar la esclavitud por sus defensores. Los abolicionistas también han utilizado textos del Nuevo Testamento para argumentar sobre la manumisión o liberación de los esclavos bajo determinadas circunstancias.
En el antiguo testamento dice, que las personas cautivas obtenidas en la guerra eran convertidas en esclavas y la ley del código del Deuteronomio lo veía como una forma legítima de esclavitud, siempre y cuando los israelitas no se encontraran entre las víctimas. El código del Deuteronomio establece la pena de muerte para el delito de secuestro de israelitas para esclavizarlos.
Como los israelitas no se involucraron en guerras a gran escala y, al parecer, la captura no era una fuente importante de esclavos no era la captura de una importante fuente de esclavos.
El Código de Santidad del Levítico permite explícitamente la participación en el comercio de esclavos. Además, los residentes no-israelitas que hubieran sido hechos esclavos eran tratados como un tipo de propiedad que puede ser heredada. Los residentes extranjeros se incluían en este permiso y podían tener esclavos israelitas.
También era posible nacer esclavo; si un esclavo israelita había tenido una mujer dada por su dueño, entonces la mujer y los hijos que resultaban de la unión quedarían como propiedad del dueño, según el código de la Alianza. En cualquier caso, el texto no especifica la nacionalidad de la mujer como sostenedor de la idea de que se refiere al matrimonio con una mujer cananita como concubina. El teólogo del s. XVIII Adam Clarke sostuvo que existía una ley israelí según la cual si un esclavo israelí "tenía hijos con una mujer cananita, esos hijos deberán ser considerados cananitas únicamente y pueden ser comprados y vendidos como esclavos para siempre"
La esclavitud sexual, o ser vendida como esposa eran algo común en el mundo antiguo. El viejo testamento no sanciona la actividad sexual fuera del matrimonio, la toma de concubinas como esposas secundarias estaba permitido y un padre podía vender a sus hijas solteras para servir, con la expectativa de que el dueño o su hijo pudieran querer casarse con ellas. Los estudiosos judíos y cristianos entienden que este hecho hace referencia a la venta de hijas que no hubieran llegado a la edad de doce años y un día.Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá como suelen salir los siervos. Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por esposa, permitirle a que se rescate, y no la podrá vender a pueblo extraño cuando la desechare. Más si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella según la costumbre de las hijas. Si le tomare otra, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el débito conyugal. Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia sin dinero.




Los persas
A partir del año 559 antes de nuestra era, los persas necesitaron solamente unos treinta años para salir de la oscuridad y crear el primer imperio del mundo. Durante ese tiempo menos de una generación los restantes pueblos, de Grecia a Etiopía, de Libia a la India, llegaron a considerar al monarca del trono de Persia como único rey. Así, los persas fueron los primeros en realizar un antiguo sueño: establecerse en gran escala a través de todo el Próximo Oriente como una poderosa comunidad administrada bajo la misma lengua en este caso, el arameo- y bajo una sola ley los persas no, los persas no tenían esclavos pero a los ladrones los trataban como tales y los hacían trabajar para mejorar su imperio .
 El imperio resultante, más de tres millones de kilómetros cual Los primeros que lograron esta asombrosa centralización del poder fueron los aqueménidas importante familia persa-. Explotando sus excepcionales dotes de gobierno y dirección, dirigieron su recién unificado mundo hacia una era de mayor comercio y a un más alto nivel de vida, nunca experimentado antes por la humanidad. Durante unos 200 años, bajo la protección de los aqueménidas, tanto las mercancías, como la gente y las ideas, atravesaban las viejas fronteras con relativa facilidad y en este proceso fueron convirtiendo las grandes ciudades del Imperio, como Babilonia, en verdaderos centros cosmopolitas.drados, estaba poblada por unos 10 millones de habitantes.

Persépolis


Persépolis
Persépolis (del griego, Persépolis, literalmente «la ciudad persa»), en antiguo persa: Pars, en persa moderno:, Tajt-e Yamshid «el trono de Yamshid», fue la capital del Imperio persa durante la época aqueménida. Se encuentra a unos 70 km de la ciudad de Shiraz, provincia de Fars, Irán, cerca del lugar en que el río Pulwar desemboca en el Kur (Kyrus) Su construcción, comenzada por Darío I, continuó a lo largo de más de dos siglos, hasta la conquista del Imperio persa por Alejandro Magno.
La primera capital del Imperio persa aqueménida fue Pasargada, pero hacia 512 a. C. el rey Darío  el Grande emprendió la construcción de este masivo complejo palaciego, ampliado posteriormente por su hijo Jerjes I y su nieto Artajerjes I. Mientras las capitales administrativas de los reyes aqueménidas fueron Susa, Ecbatana y Babilonia, la ciudadela de Persépolis mantuvo la función de capital ceremonial, donde se celebraban las fiestas de Año Nuevo. Construida en una región remota y montañosa, Persépolis era una residencia real poco conveniente, y era visitada principalmente en primavera.
En 330 a. C., Alejandro Magno, en su campaña de Oriente, ocupó y saqueó Persépolis, incendiando el Palacio de Jerjes, para simbolizar quizá el fin de la guerra panhelénica de revancha contra los persas.
En 316 a. C., Persépolis era todavía la capital de Persis, una provincia del nuevo Imperio Macedónico. La ciudad decayó gradualmente durante el periodo seléucida y las épocas posteriores. En el siglo III, la cercana ciudad de Istakhr se convirtió en centro del Imperio sasánida.
Tras haber continuado la obra de Ciro II en Pasargada y paralelamente a los importantes trabajos de construcción emprendidos en Susa, Darío I decidió establecer una nueva capital; esta decisión es generalmente interpretada como una voluntad de distinguirse de la rama principal de los aqueménidas, a la que Pasargada estaba fuertemente ligada.
Eligió para eso una ciudad que ha sido identificada con Uvādaicaya (Mattezsi en babilonio). Esta ciudad debía tener ya cierta importancia política puesto que Darío hizo ejecutar a Vahyazdāta, su principal opositor persa, en 521 a. C. Por otro lado, se atestigua la presencia de palacios y de puertas monumentales que se remontan a Ciro y Cambises II, así como una tumba inacabada probablemente destinada a Cambises. Las tablillas babilonias muestran que se trataba de un centro urbano desarrollado, activo y poblado, que tenía relaciones comerciales con Babilonia, y era capaz de asegurar los medios logísticos y alimenticios para una obra de esta magnitud. Según  Pierre Briant, historiador de la Persia aqueménida, apunta que la puesta en práctica, cronológicamente cercana, de obras importantes en Susa y Persépolis supuso la movilización de medios considerables. De hecho, estas construcciones entran en el marco de un plan global de reajuste de las residencias reales con vistas a enseñar a todos que "el advenimiento del nuevo rey marca una refundación del imperio.



Darío eligió como emplazamiento para su nueva construcción la parte baja de la formación rocosa del Kuh-e Rahmat, que se convirtió así en el símbolo de la dinastía aqueménida. Hizo erigir la terraza, los palacios (Apadana, Tachara), las salas del Tesoro, así como las murallas. Es difícil datar con precisión la construcción de cada monumento. La única indicación irrefutable es suministrada por las tablillas encontradas en el sitio que atestiguan la existencia de actividad constructiva al menos desde 509 a. C., cuando se produjo la construcción de las fortificaciones.
Se puede atribuir, en cambio, la mayoría de las construcciones a los períodos correspondientes a los reinados de los soberanos posteriores
Las construcciones de Darío fueron luego acabadas y completadas por sus sucesores: su hijo Jerjes  añadió al complejo la Puerta de todas las Naciones, el Hadish, o incluso el Tripylon, y bajo Artajerjes I en 460 a. C., 1149 artesanos se encontraban presentes en las obras. El sitio permaneció en construcción hasta, por lo menos, 424 a. C., y quizás hasta la caída del Imperio persa: una puerta quedó inacabada, así como un palacio atribuido a Artajerjes III.
Al contrario de otras construcciones monumentales antiguas, griegas o romanas, la construcción de Persépolis no se llevó a cabo con mano de obra esclava, sino que trabajaron en ella obreros provenientes de todos los países del imperio: Babilonia, Caria, Jonia, o Egipto.




Pairi daeza y el jardín del Edén.


Pairi daeza y el jardín del Edén.

"El jardín del Edén"
El Edén (en hebreo עדן) es, según el relato bíblico del libro del Génesis, el lugar donde había puesto Dios al hombre después de haberlo creado a partir del polvo de la tierra. Y Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso ahí al hombre que había formado. Génesis 2:8.Tomó, pues, Dios al hombre, y lo puso en el huerto del Edén, para que lo labrara y lo guardase. Génesis 2:15.
La palabra Edén suele ser utilizada como sinónimo de Paraíso. Sin embargo, la palabra «Paraíso» originalmente se refiere a un bello jardín extenso; mientras que «Edén», es una palabra de origen acadio (un pueblo de estirpe semita), cuyo significado se refiere a un lugar que es puro y natural. Así, Edén se refiere más bien a una región geográfica, mientras que el Paraíso se refiere a un lugar más específico (un huerto o jardín situado en la parte oriental de dicha región).
En la Biblia se indica que el Edén es un huerto o jardín que habría existido (al oriente), indicando su existencia en una región que se hallaría en el Cercano Oriente. Igualmente se dice que de él salía un río que se dividía en cuatro, llamados: río Pisón, que se dice, rodeó toda la tierra de Havila; el río Gihón, que habría rodeado toda la tierra de Cus (Etiopía); el río Hidekel (río Tigris); que iría al oriente de Asiria; y el río Éufrates.
En este lugar, Dios le otorgaría al hombre todo aquello que necesitase para tener gozo, placer y armonía, de este modo no le faltaría nada.



Para la protección del Edén y el camino hacia del árbol de la vida, La Biblia dice que Dios puso unos querubines al oriente del huerto de Edén, y una espada ardiente.
EDÉN (Placer) Región en la que el Creador dispuso un parque o jardín como hogar original para la primera pareja humana. El que se diga que el jardín estaba “en Edén, hacia el este”, debe indicar que ocupaba solo una porción de la región llamada Edén. (Gé 2:8.) Sin embargo, después se le llama “el jardín de Edén” (Gé 2:15), y en textos posteriores se le denomina “Edén, el jardín de Dios” (Eze 28:13) y “el jardín de Jehová”. (Isa 51:3.) La Versión de los Setenta tradujo la palabra hebrea para “jardín” (gan) por la palabra griega parádeisos. A este hecho se debe la asociación de la palabra española paraíso con el jardín de Edén. Génesis 2:15 dice que “Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a establecerlo en el jardín de Edén”. Estas palabras no significan que la creación del hombre se efectuó fuera del jardín, sino simplemente que Dios ‘tomó’ al hombre en el sentido de que lo formó y creó de los elementos de la tierra, y luego lo dejó en el jardín en el que tendría que vivir. La asignación de trabajo del hombre era cultivar y cuidar del jardín. Entre los árboles y las plantas de Edén se hallaban todas aquellas especies que embellecían el paisaje, así como las que proveían alimento en amplia variedad. (Gé 2:9, 15.) Este hecho por sí solo indica que el jardín debió tener una extensión considerable. Existía una gran variedad de vida animal en el jardín. Dios puso ante Adán “todos los animales domésticos y las criaturas voladoras de los cielos y  toda bestia salvaje del campo”, y una de las primeras tareas de Adán consistió en poner nombre a todos ellos. (Gé 2:19, 20.) Las aguas del río “que procedía de Edén” regaban el suelo de Edén. (Gé 2:10.) El hecho de que el hombre estaba desnudo permite suponer que el clima era templado y agradable. (Gé 2:25.)
Relación entre la historia del jardín del Edén del génesis Bíblico y del génesis Sumerio y Mesopotámico

Del mismo modo que sucede con la historia bíblica del Diluvio universal, y la historia de Gilgamesh de la Mitología sumeria; se pueden encontrar puntos u origen en común, o influencia de mitos anteriores en la historia bíblica de la creación del Hombre.
Así, en el Enûma Elish (poema babilónico que narra el origen del mundo), se menciona que el mundo fue creado en 7 dias, y que comenzó con un jardin; siendo el mundo creado por Tiamat (una diosa babilónica con forma de serpiente gigante)
En la mitología Sumeria, se menciona que el dios Enki creó a los seres humanos y un lugar donde el hombre podía vivir sin miedo a los animales, un lugar sin terror; pero posteriormente Enki descubrió que los humanos tenían un comportamiento inadecuado, y por ello los expulsó de este paraíso., Así en el poema de Gilgamesh la diosa Aruru (Ninhursag) asistió a Enki en la creación de la raza humana. Ella junto a Nammu, modelaron al hombre con arcilla. (Igualmente en la mitología egipcia, el dios Khnum da forma al cuerpo de los seres humanos a partir de barro en una torneta de alfarero).
En la historia de Gilgamesh, posteriormente ademas se describe como Gilgamesh busca el secreto de la vida eterna, encontrando el fruto del árbol de la vida, el cual le es arrebatado por la serpiente.
Cuando en la Biblia se lo define como huerto, algunos grupos de personas y eruditos creen que se estaría aludiendo posiblemente a un lugar real, y no a una simple alegoría; ya que también se menciona un lugar geográfico, donde habría existido (al oriente), indicando una región que se hallaría en Cercano Oriente, al este del actual Israel, situándose de este modo en algún lugar de Mesopotamia o de Arabia. Sin embargo hay que tener en cuenta que a nivel científico e histórico, no existen pruebas que indiquen que haya existido realmente el Edén en esa zona geográfica, por lo menos, tal como está descrito en el Génesis.








Los Persas y el Agua.


Los Persas y el Agua.
Los seres humanos han almacenado y distribuido el agua durante siglos. En la época de los persas el hombre era un  recolector el agua utilizada para beber era agua del río. Cuando se producían asentamientos humanos de manera continuada estos siempre se producen cerca de lagos y ríos. Cuando no existen lagos y ríos las personas aprovechan los recursos de agua subterráneos que se extrae mediante la construcción de pozos. Cuando la población humana comienza a crecer de manera extensiva, y no existen suficientes recursos disponibles de agua, se necesita buscar otras fuentes diferentes de agua.

Hace aproximadamente 7000 años el agua se almacenaba  en los pozos y se utilizaba como fuente de recursos de agua, además se empezó a desarrollar los sistemas de transporte y distribución del agua. Este transporte se realizaba mediante canales sencillos, excavados en la arena o las rocas y más tarde se comenzarían a utilizar tubos huecos. Por ejemplo en Egipto se utilizan árboles huecos de palmera mientras en China y Japón utilizan troncos de bambú y más tarde, se comenzó a utilizar cerámico, madera y metal. En Persia la gente buscaba recursos subterráneos. El agua pasaba por los agujeros de las rocas a los pozos.




Alrededor del año 3000 a.C., la ciudad de Mohenjo-Daro (Pakistán) utilizaba instalaciones y necesitaba un suministro de agua muy grande. En esta ciudad existían servicios de baño público, instalaciones de agua caliente y baños.
En la antigua Persia el agua de escorrentía, agua de pozos y agua de lluvia eran utilizadas en épocas muy tempranas. Debido al crecimiento de la población se vieron obligados al almacenamiento y distribución (mediante la construcción de una red de distribución) del agua.
Los Persas fueron los mayores arquitectos en construcciones de redes de distribución de agua que ha existido a lo largo de la historia. Ellos utilizaban recursos de agua subterránea, ríos y agua de escorrentía para su aprovisionamiento. Los persas construyan presas para el almacenamiento y retención artificial del agua. El sistema de tratamiento por aireación se utilizaba como método de purificación. El agua de mejor calidad y por lo tanto más popular era el agua proveniente de las montañas.
Los acueductos son los sistemas utilizados para el transporte del agua. A través de los acueductos el agua fluye por miles de millas. Los sistemas de tuberías en las ciudades utilizan cemento, roca, bronce, plata, madera y plomo. Las fuentes de agua se protegían de contaminantes externos.

Moisés saca agua de una roca
 Los israelitas se fueron del desierto de Sin, y se detenían en cada lugar que Dios les ordenaba. Al llegar a un lugar llamado Refidim, acamparon pero no encontraron agua, 2 así que le reclamaron a Moisés ¡Tenemos sed! ¡Danos agua! Moisés les contestó ¿Y por qué me reclaman a mí? ¿Por qué dudan del poder de Dios? Pero era tanta la sed que tenían, que comenzaron a criticar a Moisés. Le dijeron ¿Para esto nos sacaste de Egipto? ¿Para matarnos de sed, junto con nuestros hijos y nuestros animales? Entonces Moisés le pidió ayuda a Dios, y le dijo ¿Qué voy a hacer con esta gente? ¡Poco les falta para matarme a pedradas! Dios le contestó:
—Quiero que lleves a los israelitas hasta la montaña de Horeb. Allí estaré esperándote, sobre la roca. Tú adelántate, y llévate a algunos de los jefes del pueblo. Llévate también la vara con la que convertiste en sangre el agua del río Nilo. Cuando llegues allá, golpea la roca con la vara. Así saldrá agua de la roca, y todos podrán beber. Moisés hizo todo esto en presencia de los jefes del pueblo.  A ese lugar le puso por nombre Meribá, que significa «reclamo», pues el pueblo le había reclamado a Dios. También lo llamó Masá, que quiere decir «duda», porque habían dudado del poder de Dios.