Años atrás la teoría de la creación de todo ser viviente por Dios no se ponía a discusión, pero surge Charles Darwin y, con su teoría de la evolución, parecía que explicaba por completo la existencia de la vida en la tierra. Pero Charles no contaba con los avances científicos de nuestros días.
La fantástica historia que se relata en el capítulo bíblico de Génesis, de la creación del mundo en 6 días y en la que Dios creó a la mujer de la costilla del primer hombre, Adán, sonaban más bien a leyenda e invención del hombre, parecía uno más de los innumerables mitos de la creación del mundo que han existido en diversas culturas antiguas.
Y entonces surge la teoría de la evolución, de Charles Darwin. Es importante entender el momento histórico en el que se acomoda fértilmente la teoría de la evolución de Charles Darwin. En aquella época, la iglesia católica ejercía un poder tiránico.
La educación, las únicas universidades, pertenecían a la Iglesia. Imponía sus puntos de vista, sin abrirse a las expresiones de otras ideas. Y al no ocuparse en las cosas de Dios, sino en cuestiones de riquezas y poder, habían hecho perder la fe de las masas. Pues bien, llega Charles Darwin con su teoría... ¡la abrazaron! Explicaba que los animales se habían originado a sí mismos, y que las especies de animales se habían originado a partir de unas pocas, por medio del proceso de la selección natural.
Si un animal necesitaba adquirir la habilidad de imitar el color de su hábitat para sobrevivir y lo lograba, eso era una característica que le daba ventaja sobre los demás, y era una característica que de forma natural se heredaba a su progenie. La sencilla lógica de la teoría había dado en el clavo, las masas habían encontrado en esta teoría la forma de expresar su descontento hacia la iglesia católica. La iglesia católica había olvidado por completo su esencia: conocer la Biblia. Demostraron conocer nada de lo que hablaban, y en vez de defender con argumentos la creación del mundo por Dios, los líderes de la iglesia empezaron ataques personales a Charles Darwin, diciéndole a Darwin que él era descendiente de un mono.
El pueblo se dio cuenta que la iglesia católica no defendía coherentemente su punto de vista. La belleza y sencillez de la teoría darwiniana consiguió el apoyo de la comunidad científica y el pueblo. La creación por Dios era dogma de fe, la darwiniana, lógica.
Todas las especies de organismos tienen su origen en un proceso de evolución biológica. Durante este proceso van surgiendo nuevas especies a causa de una serie de cambios naturales. En los animales que se reproducen sexualmente, incluido el ser humano, el término especie se refiere a un grupo cuyos miembros adultos se aparean de forma regular dando lugar a una descendencia fértil, es decir, vástagos que, a su vez, son capaces de reproducirse. Los científicos clasifican cada especie mediante un nombre científico único de dos términos. En este sistema el hombre moderno recibe el nombre de Homo sapiens.
El mecanismo del cambio evolutivo reside en los genes, las unidades básicas hereditarias. Los genes determinan el desarrollo del cuerpo y de la conducta de un determinado organismo durante su vida. La información contenida en los genes puede variar y este proceso es conocido como mutación. La forma en que determinados genes se expresan cómo afectan al cuerpo o al comportamiento de un organismo también puede variar. Con el transcurso del tiempo, el cambio genético puede modificar un aspecto principal de la vida de una especie como, por ejemplo, su alimentación, su crecimiento o sus condiciones de habitabilidad.
Los cambios genéticos pueden mejorar la capacidad de los organismos para sobrevivir, reproducirse y, en animales, criar a su descendencia. Este proceso se denomina adaptación.
Los progenitores transmiten mutaciones genéticas adaptativas a su descendencia y finalmente estos cambios se generalizan en una población un grupo de organismos de la misma especie que comparten un hábitat local particular. Existen numerosos factores que pueden favorecer nuevas adaptaciones, pero los cambios del entorno desempeñan a menudo un papel importante. Las antiguas especies de homínidos se fueron adaptando a nuevos entornos a medida que sus genes iban mutando, modificando así su anatomía (estructura corporal), fisiología (procesos físicos y químicos tales como la digestión) y comportamiento. A lo largo de grandes periodos de tiempo esta evolución fue modificando profundamente al ser humano y a su forma de vida.
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